De los numerosos remedios caseros que existen para blanquear los dientes, el uso de Bicarbonato de Sodio es uno de los más difundidos y empleados en la actualidad. El bicarbonato de sodio, también llamado bicarbonato sódico o bicarbonato de sosa, es un compuesto sólido cristalino de color blanco soluble en agua. Además de su uso en el ámbito de la alimentación y la limpieza, y sobre todo, en medicina para aliviar y mitigar malestares estomacales, digestivos y de otra índole, resulta que es un excelente agente blanqueador; que en ocasiones es incorporado en la composición de las pastas dentífricas comerciales. Los cristales de las sales del bicarbonato de sodio son moderadamente abrasivos y es precisamente está cualidad la que los hace ideales para el blanqueamiento de los dientes. Por añadidura el bicarbonato, al tener una base alcalina, interactúa con los ácidos estomacales que ocasionan la formación de placa después de las comidas facilitando su neutralización y evitando la proliferación de microorganismos en la boca que necesitan medios levemente ácidos. Por ultimo, el bicarbonato elimina el mal olor y la sensación de boca pastosa, con lo que tras un cepillado y posterior aclarado, percibimos una sensación de higiene bucal muy agradable.
El otro componente es el limón, un cítrico de sabor ácido muy alcalinizante, es decir neutraliza cualquier tipo de acidez, complementa y potencia por tanto, los efectos del bicarbonato sódico. Ocupa el primer lugar entre los frutos curativos, preventivos y de aporte vitamínico, transformándolo en un gran eliminador de toxinas y un poderoso bactericida. Posee vitamina C o ácido ascórbico que tiene gran poder desinfectante y antitóxico, es muy rico en minerales entre los que se destacan potasio, magnesio, calcio y fósforo (contiene también sodio, hierro y flúor). El modo de preparación es relativamente sencillo, se toma una cucharada de bicarbonato de sodio y se mezcla con zumo de limón, hasta conseguir formar una pasta densa de textura similar a la tradicional pasta de dientes. Seguidamente se vierte un poco en el cepillo de dientes y se procede al cepillado concienzudo tal como aconsejan los odontólogos. Tras el cepillado es conveniente aclararse la boca con abundante agua ligeramente templada, de este modo se eliminarán los restos del cepillado.
Se aconseja utilizar este tipo de cepillado con bicarbonato y limón una vez por semana, pues el carácter abrasivo del bicarbonato podría afectar al esmalte y a la sensibilidad de los dientes, si se utilizan fijadores de ortodoncia no conviene pues podrían verse afectados y no temáis por el sabor desagradable del bicarbonato pues este es mitigado parcialmente por el limón, dejando un efecto limpio, fresco y que ayudará a combatir incluso el mal aliento.
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